terça-feira, 18 de novembro de 2008

Distancia

Amparame de aire para respirar profundo, tal vez sola no puedo. Conté con mis propios dedos las pulsaciones que tu cuello delata, claro, en mi sueño. Siento que la música me guía y excesivamente me abismo en su benevolencia, este ciego corazón sólo se deja llevar. La incertidumbre se me atora entre garganta y víceras, ahí justo dónde yo no controlo, porque no se puede controlar el amor, no se decide, no se decide. Pero que digo yo sobre el amor, sí él se me hace en las manos agua y doy de beber. No sé más, no espero más. Algunas veces, por sospecha, sufró caprichosa por el amor. Tal vez hoy no esten los barcos esos que me anuncian enérgicamente el final de la noche, ahora están los gatos y los tejados, para entender que mis divagaciones se escapan por la ventana de la salita vieja de mamá o por los espejos que suben y bajan, proyectan y no proyectan, en el fondo del ascensor. Esa distancia que proscribe las intusiones es más poderosa que la geográfica, la percibo cuando tememos al presente planeando el futuro. Tiempo y espacio siempre como una condición de mi existencia, como un juicio sintético apriori, ahi vagabundos, haciéndose los convencionales, los orquestadores, yo me río sentada mientras te sueño, porque todavía no les creo.

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