terça-feira, 12 de agosto de 2008

Dos silbidos penetrantes

A la madrugada el sonido de los barcos es estremecedor. Haces cuentas de los silbidos mientras divagas en tu cama sin poder conciliar el sueño, algo te agobia. Es necesario ir a buscarlo ahí donde los barcos llegan cargados de historias y equipajes. Te levantas desganado con un ruido impetuoso rondándote la cabeza, te decides a buscarlo, tomas tus cosas y al puerto vas a dar. Ahí, donde los vientos se apropian del movimiento de las aguas encuentras la voz que estabas buscando. Con suma tranquilidad escuchas y sonries, aunque adentro en lo más profundo estás totalmente fisurado. Sabes que la retórica de palabras que vienen del pasado te estaban enloqueciendo, pero que bueno resulta escuchar esa otra voz, la que viene de ahí, donde desembarcan los sueños, en el espejo de las aguas, que en definitiva es donde esta el reflejo de tí mismo, exponiendo tus errores, aclarando tus dudas, sonries. Es hora de regresar a casa. Las heridas no se curan instantáneamente son grandes y van poco a poco cicatrizando, pero te recuperas, es hora de dormir tranquilo.

Axé para tí...