quinta-feira, 31 de julho de 2008

La mejor noche de su vida...

Usted llegó esa noche solitaria. Entró a ese sitio donde la música se sintonizaba con el lúgubre ambiente, con la cara de los presentes. Él, por alguna razón todavía desconocida, brillaba en medio de esa penumbra. Usted lo creía así, usted lo sintió así. Sabía muy claramente porque estaba ahí, sabía que era necesario, que era ineludible. Caminó, bebió una copa de vino, dejó la copa en la barra mientras la dueña del café le ofrecía otro cortesía de la casa. Usted se sentía insegura, divagaba. Poco a poco todos comenzaron a irse. Él la miraba cauteloso, como indagante. Usted se notaba nerviosa, lo intentaba ocultar cuando hablaba con la barman. Tomó nuevamente su copa. Usted sabía que ese movimiento ya se había convertido en una acción mecánica que delataba su temor. Usted no podía ocultar nada. Se van todos, está usted frente a frente, hablando, balbuceando temerosa. Él le habla cada vez más cerca. Usted lo besa. Usted lo ama. Él es el objeto de su deseo. Él le enseña a volar. (Suena al fondo la Balada para un loco de Piazzolla, "las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? salís de tu casa por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos....")

Kellysinha