quarta-feira, 23 de julho de 2008

Ya no te espero....

Mudo de pieles esperando una señal de vida terrestre. Tú haciéndote grande con cada día y cada viaje, descubriendo un mundo que nos es agresivo y cada vez lo reconoces mejor. Es hora de decir adiós? tú a quien la naturaleza humana envia solitarias alarmas de horror y esperanza. Seguirás las noticias cotidianas de una latinoamérica en llamas, ahora en Brasil y luego en cualquier lugar del mundo. Ya no te pienso como desearía, ya no te extraño como cuando sabía con seguridad que nuestras piernas se confundieron y que yo tomé tu rumbo y vos el mio. Sigo creyendo eso, pero nuestras venturas no sé si se volverán a juntar. Te dije lo vacía que me siento ahora, te conté de mi insoportable soledad y que te ví en todos los lugares que te quise ver. Ahora, el delirio esquizofrénico se va y ya no te veo en cada Avenida sonriéndome o haciéndome sonreir. Nuestro amor muere como sucedió con la vida que alguna vez me poseyó. El tiempo nos pone un veredicto y tu confirmas su fallo....
(Pero nunca olvidaré que me enseñaste a volar)

2 comentários:

Amortiguaciones. disse...

gracias por tu intenso comentario en mi nota: Confusión Climática. Así que vivís en Brasil? Estoy leyendo tus textos, mucha entraña, muy buenos; y con respecto al amor perdido, yo estudio psicología y pude entender que el sufrimiento, el duelo es como un barco que está regresando, después de haber llevado durante meses o años tus ofrendas, especias, sueños y esperanzas a un sitio que ya no las merece. LLeva tiempo pero ese barco está volviendo y el puerto sos vos. Todo pasa. Te lo dice alguien que se ha desgarrado la piel por amor alguna vez.

Unknown disse...

Para eso, clarkson, hay dos opciones:

Opción 1: olvidar:

No tengo ganas de lapidificar tus palabras en el baúl.
Cargo la sospecha de que pueda un día encontrarte
fuera de las tintas y de los acontecimientos.

Opción 2: continuar intentando, pero sin el sofrimiento:

Cuando el tiempo parar nuevamente,
será cuando percibiré más que
tu alma, la haré reluciente en mi
soplido de vida y te amaré sin recordar
que existo.

Yo eligí la segunda.